Hepatitis B

¿Qué es la hepatitis B? 

La hepatitis B es una infección hepática causada por el virus de la hepatitis B, que se transmite por contacto con líquidos corporales infectados.

La mayoría de las infecciones se producen por contacto con sangre infectada, pero el semen, la saliva y los fluidos vaginales también pueden ser infecciosos.

Tras una infección aguda o de corta duración por la hepatitis B, algunas personas siguen desarrollando una infección crónica o de larga duración.

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¿Cuáles son los signos y síntomas de la hepatitis B? 

Muchas personas no tienen signos o síntomas asociados con la infección a corto plazo, pero aquellos que sí lo hacen pueden experimentar:

  • ictericia (coloración amarillenta de la piel o la parte blanca del ojo)
  • orina oscura
  • cansancio
  • pérdida del apetito
  • molestias abdominales
  • náuseas
  • vómitos
  • fiebre

¿Cuáles son las complicaciones de la hepatitis B? 

Algunas personas pueden desarrollar una infección crónica o prolongada. Cuanto más joven es una persona al infectarse, mayor es la probabilidad de que desarrolle hepatitis B crónica. Por ejemplo, hasta el 90 % de los lactantes infectados por el virus pueden desarrollar infecciones crónicas en comparación con menos del 5 % de los adultos infectados.

Las personas con infección crónica corren un mayor riesgo de sufrir complicaciones, como cirrosis (formación de cicatrices en el hígado) y cáncer de hígado (carcinoma hepatocelular).

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¿Cómo se transmite la hepatitis B? 

La hepatitis B se contagia a través del contacto con líquidos corporales contaminados, como la sangre, o durante el contacto sexual. En la Unión Europea/Espacio Económico Europeo, la transmisión sexual es la vía más común de transmisión del virus.

Con menor frecuencia, la transmisión se puede producir en entornos sanitarios debido a la esterilización inadecuada de los equipos médicos o a la reutilización de jeringuillas y agujas. La transmisión a través de transfusiones de sangre o derivados de la sangre es actualmente poco frecuente en Europa debido a la eficacia de los programas de seguridad de la sangre.

El virus también puede transmitirse durante el parto. Esto es raro en Europa gracias a los programas de cribados durante el embarazo (detección prenatal) y a la vacunación tras el nacimiento cuando las pruebas a la madre han dado positivo al virus. Sin embargo, la transmisión de una madre infectada a su hijo durante el embarazo o el parto (transmisión vertical) sigue siendo una de las vías de transmisión más comunes a escala mundial.

A veces, el virus también puede transmitirse al compartir objetos que se han contaminado con fluidos corporales infectados. Los objetos que lesionan la piel o las membranas mucosas, como las hojas y cuchillas de afeitar y los cepillos de dientes, pueden dar lugar a la exposición a sangre infectada. 

¿Quién está expuesto al riesgo de contraer la hepatitis B?

Aunque cualquiera puede contagiarse con la hepatitis B, los grupos que corren un mayor riesgo son los siguientes:

  • quienes mantienen contactos sexuales con personas infectadas con hepatitis B
  • las personas que se inyectan drogas o comparten agujas, jeringuillas y otros dispositivos para la administración de drogas
  • los niños nacidos de madres con hepatitis B
  • las personas que conviven con alguien enfermo de hepatitis B
  • determinados grupos de pacientes, como diabéticos o personas sometidas a diálisis. 
  • personal sanitario expuesto a la sangre
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¿Cómo se puede prevenir la hepatitis B? 

La vacunación frente a la hepatitis B es la forma más eficaz de prevenir la infección. Las vacunas seguras y eficaces ofrecen altos niveles de protección y la mayoría de los países de Europa han puesto en marcha programas universales de vacunación infantil contra la hepatitis B.

También puede evitarse mediante:

  • prácticas de inyección seguras
  • prácticas sexuales más seguras
  • estrategias integrales de seguridad respecto a la sangre
  • lucha eficaz contra las enfermedades infecciosas en entornos sanitarios

¿Cómo se trata la hepatitis B? 

La mayoría de los pacientes no reciben un tratamiento antivírico específico para la hepatitis B aguda, sino que reciben tratamiento de apoyo en función de sus síntomas.

La infección crónica por hepatitis B puede tratarse con medicamentos antivirales. El tratamiento no cura a la persona infectada, pero sí puede frenar o detener la progresión de la cirrosis, reducir la probabilidad de sufrir cáncer de hígado y mejorar la supervivencia a largo plazo. 

Nota: La información que aparece en esta ficha tiene una finalidad puramente informativa y general y no se debe utilizar para sustituir los conocimientos especializados y el juicio clínico de un profesional sanitario.